Loco que quiere que todos sean felices.


Hace bastante que  conozco este anuncio, pero debo reconocer que la primera vez que lo vi me alegró muchísimo el día y me hizo sentir muy feliz. Siempre he creido en la capacidad creativa e imaginativa de los enfermos mentales y ciertamente son tremendamente ingeniosos y recurrentes, sobretodo con el sentido que muchos de ellos dan a la vida, tratando de dar aquello que en la sociedad poco a poco se va perdiendo o sencillamente se olvida en el camino: La felicidad.

En la publicidad siempre tenemos un dicho válido que se puede llevar a la vida real: «Transmite emociones, es la mejor forma de llegar a las personas«. Y eso es precisamente lo que hace que una publicidad sea recordada en el tiempo. Todo esto no tendría que recordarlo, si no fuese por la grata noticia que encontré el otro día en el Periódico Mediterráneo (24/11/2010) donde se comentaba  que dos miércoles al mes, Vox UJI (la emisora de la Universitat Jaume I de Castellón) da la palabra a un grupo de usuarios del Centro de Rehabilitación e Integración Social (CRIS) de Cruz Roja en Castellón. Alrededor de 10 personas son las que participan en «La hora de la palabra«, un programa realizado íntegramente por enfermos mentales.

La responsable de este proyecto, Àngels Olaria, explica que con este programa tratan de «sensibilizar a los universitarios y a la sociedad en general, dando una visión real y positiva de las enfermedades mentales, porque las personas que las padecen son como cualquier otra».

Esta iniciativa es una forma de dar valor a las personas con enfermedad mental, ya que para ellos supone una oportunidad de darse a conocer y transmitir a la sociedad una imagen de normalización, algo que tenemos que valorar de una forma muy positiva.

Para quien quiera escuchar algunos de estos programas, puede hacerlo a través del siguiente enlace: http://www.radio.uji.es/programa.php?id=95

Gracias por tanto amor.

Te acepto como eres


«Hijo mío, yo te acepto tal y como eres, estaré siempre aquí, para educarte, cuidarte, guiarte… pero sobre todas las cosas para hacerte feliz».

En general, solemos tener una consideración especial hacia la persona con deficiencias físicas, sensoriales o mentales, tanto, que hasta nos cuesta pronunciar las palabras: discapacitado, minusválido, deficiente, inválido, impedido, subnormal
Remitiéndonos a Maud Mannoni (psicoanalista francesa), coincido con ella en que no aceptamos el nombre cuando no aceptamos a la persona o a la circunstancia, ya sea porque nos produce rechazo o dolor.
Sería necesario además, revisar seriamente el concepto de «normalidad», lo que probablemente haría cambiar nuestra valoración sobre el problema.
«Encontrar un lugar para vivir será tal vez, la tarea esencial y compleja que todo ser humano debe llevar a cabo, con o sin discapacidad física o mental, con mayores o menores dificultades, siempre desde un punto de vista particular y diferente para cada uno».
Si esto es así, el proceso de integración es más difícil aún para quien es ignorado o considerado como sujeto no válido para la sociedad en general, aunque no siempre esto se verbalice o exteriorice.
Entendemos que integrar, en este caso, significa acercar, compartir, reconociendo y más aún, valorizando las diferencias.
Considerando que la historia de la atención solidaria a la persona minusválida es reciente, advertimos que se han hecho muchas cosas «para ellos». Es tiempo tal vez, de que se hagan «junto a ellos«, lo que marcaría la diferencia entre vivir por uno mismo, sea cual fuere su circunstancia y vivir de la condescendencia de los demás.

Cuando reclamamos a la sociedad un lugar para la persona discapacitada, nos preguntamos si en la familia se lo damos. Si ser padres constituye la tarea más difícil y delicada, la presencia de un ser con algún tipo de discapacidad, nos pone aún más a prueba. Moviliza nuestros sentimientos de aceptación, solidaridad, humildad y amor desinteresado.

Cuando se ha aceptado la realidad, se comprende de veras y se ayuda eficazmente.
Aceptar un hijo significa conocerlo, asimilar sus limitaciones y estar en permanente búsqueda de sus valores. Aceptar es no avergonzarse de sus torpezas, es saber esperar sin ansiedad, sin exigir lo que no puede darnos, pero sin claudicar en la tarea de enseñar con amor. Aceptar es educar cada día, cada hora y cada minuto.
La ayuda profesional es invalorable, pero se pierde cuando la familia no es el pilar de esta acción educativa, que se extiende a los demás seres de la familia.
Cuando los padres aceptan con amor, aceptan los hermanos, los abuelos, los demás. Pero desarrollar esta fuerza impulsora, es deber moral de los padres.
El éxito o fracaso de la tarea conjunta con profesionales dependerá, en cierta medida, de los sentimientos que los padres hayan podido transferir al resto del grupo familiar: si se lo considera «una carga», o una oportunidad de ser solidarios y de aprender de ellos y con ellos, otras cosas.
Pero también dependerá del propio discapacitado, de su voluntad, de su deseo de vivir y de su aceptación a las condiciones de vida.

Tu forma de ver la vida


En alguna ocasión tenemos esa sensación de que las cosas no nos van todo lo bien que quisiéramos, creemos que una gran losa cae sobre nuestras espaldas cuando no logramos un objetivo, un éxito… Pero en realidad, me pregunto ¿Qué és el éxito?, quizás podamos pensar que el éxito es alcanzar un profesión más o menos estable, una familia ideal, un reconocimiento social, nada más lejos de la realidad.

Una superación personal en cualquier aspecto de nuestra vida, sea cual sea, por insignificante que parezca, tendríamos que considerarla como un éxito, incluso pienso que un fracaso te lleva al éxito… La vida nos da muchas lecciones, el paso del tiempo y la experiencia te hacen sentir que la vida es demasiado hermosa como para tomársela en serio ¿No crees?…

Os dejo un video, para aquellos que tengan 9 minutos de su tiempo, que quizás, y sólo quizás como reza su título: «Historias reales que cambiarán tu forma de ver la vida»  te den un nuevo enfoque de lo que significa el éxito y la vida desde otro punto de vista… 

El cariño en la educación especial


¿Tiene que ser el profesor cálido con el estudiante o tener una relación formal que no se involucre con el estudiante?… Esta pregunta, que a priori puede paracer sencilla, cobra muchísima más importancia a la hora de hablar de educación especial, puesto que en este tipo de educación el alumno requiere mayor compromiso de parte del docente pues la discapacidad le exige al profesor más estrategias, mayor creatividad para hacer que sus alumnos comprendan y aprendan y una mayor tolerancia frente a las diferencias de sus alumnos, además cuando un profesor enseña a alumnos con discapacidad, se movilizan sus recursos afectivos, salen a la luz sus prejuicios acerca de la discapacidad.

En los niños, el déficit afectivo se produce tanto por subprotección como por sobreprotección. La subprotección hace que el niño deba afrontar problemas sin tener la capacidad suficiente para superarlos, lo que conduce a un desarrollo desequilibrado de sus capacidades y de su personalidad. Por el contrario, la sobreprotección hace que el niño no adquiera los aprendizajes necesarios para sobrevivir, es decir, que sufra un grave déficit de desarrollo, de modo que, posteriormente, será incapaz de afrontar los retos que le imponga la vida. Ayudar al desarrollo de un niño significa protegerlo de las situaciones que no puede superar y enfrentarlo a las situaciones que sí tiene capacidad para resolver.

¿Cómo tendría que ser el profesor que trabaje en educación especial?

Los niños con discapacidades son demandantes de una gran cantidad de afecto especialmente al conocer las historias de ellos podemos identificar muchas experiencias en las que los padres por no aceptar las discapacidades de los hijos los abandonan o les maltratan son niños que crecen en situaciones carentes de afecto y de muestras de ternura, por tanto al llegar al aula escolar esta demanda de afecto recae en la profesora quien aunque no debería ser la primera fuente de afecto de los niños en ocasiones se convierte en la única que lo proporciona y ahí se vuelve a la pregunta inicial ¿favorece el proceso educativo de los niños especiales que los profesoras de los niños sean afectuosas? Los niños con profesores afectuosos demuestran una mejor disposición y motivación en el aula, presentan mejores relaciones con sus compañeros y sus actitudes son más positivas, los profesores afectuosos se preocupan mas por tener un contacto individual con cada niño (aun en grupos grandes) identificando la manera en que el niño debe ser tratado y conociendo la forma adecuada de reforzar positivamente a su alumno, al realizar contacto físico con el niño el profesor le transmite una seguridad mayor y favorece la formación de una autoestima adecuada, cuando el niño ve en su profesor a una persona cercana puede confiar en el cuándo en el y tendrá a quien acudir en caso de necesitarlo.

 

Un profesor afectuoso es más tolerante a las dificultades que presente el alumno, a los comportamientos desadaptados que presente ocasionados por su discapacidad o por las carencias afectivas a que ha sido sometido, el afecto se puede demostrar con lenguaje verbal o no verbal dentro del aula de clase, contacto visual afectuoso, una caricia, un abrazo, una palabra de felicitaciones o de aliento, pedir a sus compañeros que lo aplauda cuando ha realizado una acción positiva. De igual manera un profesor afectuoso no deja de lados las normas y los límites, el profesor afectuoso debe manejar un equilibrio para determinar cuando debe demostrar al alumno que su comportamiento fue inadecuado y la manera en que debe corregir su conducta. De igual manera debe evitar involucrase demasiado pues esto puede hacer que se afecte con las dificultades del niño lo que le impedirá tomar decisiones adecuadas y objetivas, por eso debe tener muy presente cual es su rol como maestro sin exceder sus funciones para de esta manera dar un trato afectuoso a todos sus alumnos.

Por esto el rol del maestro debe estar muy bien delimitado, encontrando un balance entre la autoridad que no se debe perder en un salón de clase y la vinculación afectiva que se debe tener para promover el desarrollo del menor. Daniel Goleman (2000) en su libro Inteligencia Emocional plantea la importancia de que los profesores y padres realicen en si mismos un proceso de mejoramiento y conocimiento de sus emociones, que les permita dirigir sus emociones de manera que pueda alcanzar resultados exitosos. Esto permitirá que el profesor maneje diversas situaciones dentro del aula de clase. Para responder a la pregunta planteada anteriormente se puede afirmar que el profesor afectuoso si favorece el proceso educativo, pues se ha demostrado que los niños con suficiente contacto avanzan mas en su desarrollo, su capacidad de aprendizaje es mayor y tienen un promedio de vida mas largo, el afecto eleva la capacidad inmunológica del organismo y acelera los procesos de autocuración. La presencia de afecto en el aula disminuye la agresividad y las conductas autoeróticas y estereotipadas, el contacto físico es terapéutico y curativo. El maltrato o la indiferencia produce niños más agresivos, con tendencias a la depresión, incapaces de relacionarse afectivamente y menos motivados ante el aprendizaje.

Fuente: http://www.biopsychology.org/biopsicologia/articulos/que_es_el_afecto.html 
GOLEMAN, D, INTELIGENCIA EMOCIONAL Ed. Javier Vergara, Argentina, 2000